sábado, 14 de febrero de 2009

DINÁMICA DE LAS PUDRICIONES DE TALLOS Y VAINAS DEL ARROZ


La influencia del clima

Se conoce que los hongos patógenos comprometidos con el desarrollo de la Pudrición de Tallos y Vainas del Arroz, requieren de condiciones medio ambientales que favorezcan su desarrollo. Nakataea y Geumannomyces requieren entre 15 °C y 35 °C de temperatura. Rhizoctonia solani ve favorecido el desarrollo de la enfermedad con temperaturas del suelo de 25 °C a 30 °C, y los síntomas aparecen en un mes; entre 20 °C a 25 °C, los síntomas se manifiestan en 3 a 4 meses; y la enfermedad no se presenta por debajo de 20 °C (Cedeño, 1996; Pantoja, 1996). Estas condiciones permiten que estos patógenos se encuentren en diferentes países como Colombia, Argentina, Brasil, Venezuela, Estados Unidos, Japón, Pakistán, Panamá (Ou, 1984; Pantoja, 1996), Nicaragua y Ecuador.
Las condiciones del clima, durante y después de los procesos del Fenómeno El Niño, en Tumbes, Perú, influyeron en la mayor distribución y desarrollo de algunos hongos patógenos que atacan al cultivo de arroz. Se observó que los porcentajes de incidencia de las enfermedades se incrementaron con respecto a una campaña normal, siendo favorecidas las pudriciones por la mayor humedad del suelo ocasionadas por las constantes lluvias, un mal drenaje y la mala nivelación de los campos (Garrido, 1998).

El inóculo y la planta enferma

Bajo condiciones favorables, el hongo patógeno se establece dentro o sobre la superficie de una planta huésped y origina la infección que, durante el desarrollo de las plantas, determina la pudrición de tallos y vainas. Estas plantas infectadas son fuente de micelios y de esporas, que constituyen los inóculos naturales.
Tan pronto la planta cultivada llega a la madurez, el inóculo se disemina con el riego y, durante el proceso de gradeo y de fangueo, se intensifica este proceso de propagación de la enfermedad. Probablemente las especies de Nakataea puedan diseminarse a través de la semilla (Gutiérrez, 2002), pero ocurre con facilidad durante el transporte de plántulas para la siembra.
Estos patógenos del suelo están ampliamente distribuidos en todas las zonas agrícolas donde se cultiva arroz en el Perú. Todos estos microorganismos tienen gran capacidad de sobrevivencia, lo cual dificulta su control, es decir, la aplicación de diversas medidas que puedan ayudar al manejo de estas enfermedades, bajo condiciones de campo.

Dispersión

Para que la enfermedad pueda distribuirse eficazmente, el inóculo debe ser llevado desde el lugar en que se produce hasta la zona donde puede causar una nueva infección. En los diversos mecanismos de liberación de estructuras del patógeno intervienen varios factores externos como la lluvia, el agua de riego, la maquinaria agrícola, etc.
El agua de regadío es la mejor forma de diseminación de estas enfermedades; el agua arrastra los microesclerotes y esclerotes de Nakataea y Rhizoctonia. Otra forma de diseminación es la maquinaria agrícola; los tractores al momento de preparar y fanguear los campos; las cosechadoras que al termino de la jornada ingresan a varios campos llevando consigo tierra e inóculo.

Transmisión

En la transmisión participan factores bióticos como el hombre cuando ingresa a las pozas a realizar diversas labores agrícolas como el fangueo, el abonamiento o la aplicación de pesticidas; pero la mayor fuente de transmisión son los lechuguinos al llevar en sus vainas la enfermedad.

Fuente de inóculo

En estas enfermedades fungosas, la fuente de inóculo se ubica en el suelo, por ser el lugar donde las estructuras de conservación de estos patógenos caen al final de la campaña agrícola. Desde allí, con ayuda de la maquinaria y del agua de riego, se transporta hacia otros campos.

Producción de inóculo

La mayor producción del inóculo de estos patógenos se da tan pronto se inicia la madurez del cultivo, y los daños pueden ser observados desde las primeras etapas de desarrollo. En Nakataea se da bajo la forma de microesclerotes contenidos en las vainas o dentro del tallo. En Gaeumannomyces, las peritecias se forman dentro de las vainas y los rhizomorfos en la superficie de la cara interior de las vainas (Urquijo, 1971). En Rhizoctonia oryzae-sativae, los esclerotes se forman en el interior de las células de las vainas o en la superficie. En el caso de Rhizoctonia solani y Rhizoctonia oryzae los esclerotes se producen en la superficie del tejido. El color, tamaño y forma de cada estructura son características de cada patógeno (Cedeño, 1997).

Reservas del inóculo

Cuando no se controla el patógeno, puede permanecer por mucho tiempo en el suelo o pasar de una campaña a otra en las malezas, en los tejidos, en los desechos vegetales y formar un depósito de inóculo en el suelo que se constituirá en una fuente de infección y amenaza para el cultivo. Las microesclerotias de Nakataea pueden permanecer viables en el suelo hasta por 6 años (Ou, 1985); el micelio de Gaeumannomyces puede permanecer viable por 2 a 3 años (Smith, 1992); y el de Rhizoctonia hasta 21 meses (Ou, 1985).
La cantidad de microesclerotes o esclerotes formados al término de una campaña agrícola, representa el inóculo inicial que la planta encontrará al momento de la siembra. Se ha efectuado algunos cálculos sobre las poblaciones de inóculos contenidas en 100 gramos y en un metro cuadrado de suelo. Para el hongo Nakataea, de 26 a 255 microesclerotes; para R. solani de 30 a 83 esclerotes; y, para R. oryzae de 0 a 197 esclerotes, a pesar de haberse realizado la labor de “pica y quema”. En todos los casos estas cantidades son suficientemente altas como para iniciar una epidemia, a pesar de la acción de la quema de los rastrojos que se hace al término de la campaña.
Con tales poblaciones de inóculos, se presentan síntomas desde los 15 días de edad de cultivo en almácigo, y a partir de los 25 días en una siembra al voleo.